miércoles, 29 de agosto de 2012

Érase un hombre a una botella pegado

Al principio me resultaba un tanto incómada. Casi inútil. La limitaba a las carreras por la montaña y si iban a pasar la hora y media. Bebía solo si tenía mucha sed y casi siemrpe, esto desembocaba en un horrible flato. Además, están mi propensión a los calambres. Si un día me cuelo y no estiro con cuidado... Pero nada me habían dicho del agua. Parte de culpa la tenía el no ir bien hidratado. Y ahora el verano. Aunque tarda poco en rozar la "temperatura de fusión del nucleo" se agradece un traguillo. 

¿Cómo lo hago? Procuro beber tragos cortos cada cinco o seis minutos. Me suelo beber medio litro en cada sesión (entre 1 h y 1h 30') Nada de flatos ni de calambres (toco madera!!!) y la verdad es que ahora me siento extraño si no la llevo. Vamos a por la semana tres!



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